Por: José del Carmen Perales Rodríguez

Aparte de la reducción de los índices de inseguridad, el freno inmediato de vicios como la impunidad, la prepotencia y el abuso de poder fueron las principales demandas que la ciudadanía le planteó durante la campaña proselitista, sobre todo a través de las redes sociales, al entonces candidato y ahora gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca.

Recibidas y escuchadas que fueron las peticiones, los tamaulipecos le dieron en las urnas el abrumador triunfo al de Reynosa con el optimismo y la esperanza de que no sólo cayeran quienes encarnaban la pedantería, sino que de forma tajante se prohibiera que nuevos ínfulas se hicieran cargo de oficinas que son embudo de trámites personales.

Es decir que les cerraran las puertas a funcionarios que no estuvieran dispuestos a entender el mensaje del mandatario de no excederse en el desempeño de sus funciones, de no creerse mini gobernadores y sí en cambio siguieran su ejemplo a la hora de tratar con la ciudadanía sin importar su condición social e incluso su ideología partidista.

La orden fue que nada se pareciera al pasado, que se notara el cambio por el que había votado la mayoría de los tamaulipecos y que no se cayera en excesos a la hora de ejercer el mando, que se olvidaran del influyentismo y del compadrazgo, pero sobre todo que tuvieran vocación de servicio y no se creyeran los omnipotentes.

Posterior a designar colaboradores y su toma de protesta, ya sobre el camino, el propio García Cabeza de Vaca hizo los recordatorios, vía secretarios y secretarias e incluso personalmente, en donde notó exceso de protagonismo, posturas de perdonavidas y de potentados, no en todos los casos hubo despidos pero sí se les exigió atenderse el mareo.

Sin embargo aún hay lunares o prietitos (as) en el arroz, personajes que no se han despojado de su pasado y que se sienten capataces no sólo con sus subalternos, sino lo que es peor con quienes están obligados a servir y de la mejor manera, o sea igual que lo hace el Gobernador.

Incluso en su “cuadro chico” tienen a quienes les saben cuáles son sus preferencias, qué les gusta y que les molesta, cómo les gusta ser tratadas e incluso reprenden prepotentemente cuando se hace algo que pone de mal humor al jefe o la jefa, llegando al grado de exigir que le abran camino como si fuera el gobernante o su esposa.

Es difícil que se les detecte aún y con la facilidad que dan las nuevas tecnologías, pero lamentablemente existen. Ya les platicaré.

APUNTE.- Por más candados que se pongan en las redes sociales y las campañas para combatir la información falsa se publiquen en medios electrónicos e impresos, sin ética será eternamente difícil erradicar los linchamientos mediáticos vía mentiras engendradas desde estómagos lastimados o de quienes vieron terminar sus privilegios.

Las noticias falsas son mucho más que simples engaños o intentos enfermizos de causar psicosis, que notas copiadas y pegadas, que audios grabados para advertir riesgos y trascienden los comunicados apócrifos.

Estamos en la época en que las denuncias ciudadanas anónimas vía redes sociales, si no se corroboran, se convierten en hogueras que dañan la honorabilidad de quien o quienes son señalados, incluso de terceras personas.

Afortunadamente eso no ocurre en todos los medios, electrónicos e impresos, sólo en aquellos que con ligereza tiran periodicazos por excelencia y que ahora han entrado en la metamorfosis tecnológica y lanzan ciberperiodicazos basados en cibercartas anónimas. Tan fácil que es enviar al reportero al piso seis a checar.

PENDIENTE.- Se les acaba el tiempo a los ex alcaldes que se fueron grandes a la hora de agarrar del cajón de los centavos.

Aquí los veo, leo y escucho: @JosdelCarmenPR / pr_jc@hotmail.com