No pudimos imaginar retrato más esperpento en una campaña del PRI en Tamaulipas, que ver llegar a un precandidato “limpio” como José Antonio Meade acompañado por la desprestigiada y vetusta figura de Manuel Cavazos Lerma. Su operador en Tamaulipas.

Pero también, ser recibidos por los únicos que hay: achicharronadas y oportunistas figuras como una tal Montserrat Arcos, quien en todo momento procuró mantenerse a unos pasos del precandidato para simular cercanía y a una política sin ningún tipo de credo como lo es la experta ‘fintera’ y achicharrada Paloma Guillen Vicente.

De los más rescatables podría ser Edgar Melhem Salinas, a quien mediáticamente aún, no le ha salpicado el efecto “Geño”.

Alejandro Guevara quedó fundido en una abrazo con el ex secretario ‘anfibio’, con lo cual demostró que existe una buena relación y que ya se le metió a quien podría llegar, en el muy remoto de los casos, a Los Pinos; aunque esto no representa ninguna garantía para sus seguidores –si es que aún conserva algunos–, pues una vez se le metió al actual presidente de la república y de todas formas mostró su gran capacidad para hacerse auto sabotaje y decepcionar a sus adeptos. Se le recomienda seguir buscando la regiduría por Mante, porque si busca la presidencia, debe saber que el del ‘sombrerito’ puede volverlo a bloquear.

El PRI aun no toca fondo. Padece y sufre de una pobreza incurable y no realiza un solo esfuerzo para salir de ella.

Meade podría estar limpio, pero la pobreza se supera con actos de justicia y en esta atmosfera, su pobre campaña insiste en vestirse con las figuras más amorales y con probadas manchas…