No cabe duda que lo que más daña al ser humano es el anonimato, la cobardía, el hecho de ocultarse para llevar a cabo acción cualquiera, sea política, social, académica o del tipo que fuere, y en ese sentido, las redes sociales actuales han dejado una estela de daños que no tendrán, en mucho tiempo, forma de reponerse.
Suele suceder como con aquellos que se autonombran periodistas y estructuran una paginita en Internet, con un nombre determinado y una identidad oculta, manejando nombres ficticios, fotografías falsas y todo irreal, es decir: no estamos hablando con una persona, sino con un ente anti social, apático, cobarde y mentiroso, por decir solamente algunas de sus características.
Y las redes sociales para eso se pintan solas.
Grave más aún, es que quienes conocen un poco más de aspectos que tienen que ver con la comunicación y sus procesos y la importancia que reviste hagan eco en ese tipo de perfiles, acciones y aspectos que tanto dañan a la sociedad y a cada uno de nosotros.
De esta forma, usted entra a alguna red social, busca íconos y caricaturas para llenar de imágenes, se pone un nombre ficticio y ya está: a difamar se ha dicho.
Lo más común ahora en tiempos de política, donde partidarios -o miembros de comités de campaña- hacen uso de este cobarde recurso, argumentándose perseguidos; así nace el “Todos unidos contra AMLO”, o el “Fuera el PAN de aquí”, e inclusive algunos que rezan consignas contra el partido en el poder mexicano. Nada más falso que lo que se maneja ahí: fotografías alteradas con programas de manipulación -como Photo Shop y otros- audios alterados también y ahora hasta videos donde muestran la “realidad “que pretenden descalificar o ensalzar, según sea el caso.
¿Qué sucede entonces? Que tenemos que checar muy bien lo que leemos, no dejarnos ir por la finta de lo que sale publicado n Facebook, constatar que sea información validada y no provenga de chismosos y mentirosos como suele suceder, y encontrar -el gran reto- la forma legal de hacer frente a estos mentirosos y cobardes anónimos que se esconden detrás de una pantalla o monitor para atacar, cobijarse o tratar de hacer de las suyas en todo momento.
Como que es tiempo de que pongamos en su lugar a estos chantajistas y mentirosos, a los que se hacen pasar por periodistas, a los que suponen que son dueños de la verdad absoluta -inexistente a leguas- y a esos que piensan que únicamente su opinión es la mejor.
En deportes, hay americanistas, chivas, tigres, choriceros, cementeros y más, y todos tenemos una razón por la que nos inclinamos a uno u otro equipo, y nadie está mal, aunque par otros, podemos habernos equivocado.
Si vamos con PAN, PRI, Morena, PRD o cualquiera de los chiquillos, no es el estar mal, es no estar de acuerdo con las ideas de otros, pero que son tan respetables como las nuestras, y la exigencia de respeto debe ser bilateral, es decir, de mí para ti y de ti para mí, sin pretextos ni excusas.
Y esos cobardes que en un perfil sin foto, sin nombre y sin datos se escudan para difamar o atacar, no merecen que se les tome en cuenta, y son tan pequeños en su capacidad intelectual, humana y moral que nadie les conoce, y con su anonimato menos se les conocerá.
Una premisa importante para la comunicación es manejar verdades u opiniones bien fundamentadas, y siempre, responsabilizándose de lo que uno dice, maneja, pinta o escribe, porque insistimos, es muy fácil decir o atacar y esconderse, pero no es válido, no es moral… no es digno de nadie.
Así pues, la recomendación es manejar información validada, corroborar y afirmar categóricamente cuando tengamos nuestra verdad, pero nunca, porque no es bueno, manejarse de la cobarde forma en que muchos lo siguen haciendo para perjudicar a terceros.
Eso, simplemente es no tener m…
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