Bien vale la pena dedicar algunos minutos a repasar los tradicionales propósitos de año nuevo, que no son más que buenos deseos y un plan positivo de lo que queremos para nuestra existencia, y que pretendemos comenzar con el año que inicia con augurios inciertos, dada la temporada ciclónica política que se avecina, plena de ventarrones de mentiras y demagogia, y de otras cosas que ya nos han invadido desde hace meses.

Los propósitos tienen objetivos nobles cuando los hacemos con el corazón, y en ese sentido, pretendemos que nos ayuden a mejorar nuestro estilo, nivel o forma de vida, ya sea con una mejor situación de salud, dinero, social ¡ cultural o lo que sea, pero pretendiendo mejorar en algo… o en todo.

Y todos dedicamos algunos minutos u horas a la reflexión: que si iniciamos la dieta famosa, o el estudio o la caminata cotidiana y así, los proyectos vienen y llegan para todos nosotros con más deseos a veces que voluntad.

Lo importante, sin duda alguna, es hacer que cristalicen y que formen parte de una vida plena y feliz con los nuestros, y que se transformen en éxitos, aunque muchas veces para lograrlos tenemos que enfrentar lo que otros hacen, piensan o deciden, y eso, otras tantas veces resulta frustrante, porque los demás no imponen el mismo cariño a las cosas que nosotros.

Es entonces el tiempo de una reflexión acerca de lo que queremos para nosotros mismos, visualizarlo y soñarlo como una realidad que está latente y vigente, alcanzable y prudente, porque no vamos a pensar en tener alas y volar, ya que nos podría suceder lo que a Ícaro: hay que se congruentes y lógicos, y esperar llegar muy alto, muy lejos, pero siempre con los esfuerzos del ser humano por sobre todas las cosas.

Así tenemos que comenzar el año de 2018: sin dejar que nos afecte el mal tino que han tenido las “coaliciones” –más parecen “mafias” – políticas que nos obligan a tener que soportar los temibles discursos plenos de mentiras y demagogia de los mentirosos que han dañado la política a grado tal que nadie creemos en ella ni en ellos, los que la hacen –o destrozan- y quieren vendernos mentiras como realidades.

No. Debemos sobreponernos a esos mentirosos, y buscar la forma de cumplir nuestros objetivos, nuestros propósitos, y entonces sí, buscar plenamente las metas que nos entreguen ese sentimiento tan especial llamado FELICIDAD y que es un don que pocos sabemos encontrar, buscar, luchar por él, o descubrir en tiempo y forma.

2018 es un año especial para muchos de nosotros y tenemos que verlo de esa manera, porque el tiempo de lograr un cometido ha llegado, y es a partir de este momento en que a base de trabajo y honestidad tenemos que demostrarnos que se puede vivir dignamente, pese a estar gobernados por una estela maloliente y apestosa llamada “clase política”, y que no atina más que a vivir como sultanes o reyes en un medio que reclama honestidad, limpieza y buenas acciones.

Tiempo es que pensemos positivamente y asumamos que la positiva acción de quien gobierna o dirige estará respaldada por nuestras acciones y pensamientos, y que cada uno de nosotros, en este 2018 que inicia tendremos la oportunidad de demostrar y demostrarnos que hay calidad humana y capacidad para mejorar lo que somos y tenemos.

Es el tiempo, hoy que comienza este nuevo ciclo, de comenzar, de igual forma, una nueva vida, una nueva forma de pensamiento y acción, pensando siempre en los demás, en servir, porque está más que demostrado que quien lo hace de esa forma, cuando se sirve a los demás, se sirve a uno mismo y se alcanza una plenitud especial y un nivel de felicidad que no se compara con nada en el mundo.

Seamos plenos, felices, con objetivos y propósitos altamente pensados y que podamos llevar a la práctica.

Es nuestro tiempo, es el tiempo de hacer las cosas con amor. Así de claro.

por llevar una justicia social equilibrada a todos los sectores. Enhorabuena.

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