La llegada de la Semana Santa no sólo marca un paréntesis en la rutina para miles de tamaulipecos; es también una radiografía social y territorial de nuestro estado. Desde este fin de semana que pasó, las estampas de familias preparando maletas y carreteras colmadas de automóviles nos recuerdan que, en estos días, el movimiento no es solo turístico: también es un fenómeno social y político.
Los destinos favoritos no sorprenden a nadie. Las playas de la zona conurbada de Tampico-Madero-Miramar, La Pesca o Matamoros reciben a los visitantes con ese magnetismo natural que las ha posicionado como el epicentro del descanso. Sin embargo, más allá del atractivo turístico, estos destinos reflejan el contraste entre las regiones que han logrado capitalizar su vocación turística y aquellas que aún están en la espera de una estrategia seria de desarrollo.
Hay otro fenómeno igual de interesante: muchos tamaulipecos regularizados, aquellos que emigraron del sur del país para asentarse en esta región, aprovechando las vacaciones regresan a casa. Vuelven no solo a saludar a la familia, sino a reconectarse con sus raíces, con esos paisajes que, aunque a veces olvidados por las políticas públicas, siguen siendo postales de orgullo.
Para quienes se quedan, el mapa del descanso se diversifica. En Ciudad Victoria, los ríos de aguas cristalinas ofrecen un respiro sin tener que salir de la capital. Reynosa, por su parte, enciende la chispa en “La Playita”; mientras que la Ribereña presume sus majestuosas presas, y municipios como Jaumave o Mante se llenan de familias disfrutando de la naturaleza.
Especial mención merece Nuevo Laredo, donde la celebración de «La Coneja» no es solo una tradición, sino una auténtica demostración de comunidad. Los parques a la orilla del Río Bravo, así como espacios emblemáticos como El Mendoza, El Viveros o El Laguito, se convierten en testigos de la convivencia que tanta falta hace en otros escenarios.
Semana Santa es tiempo de reflexión espiritual, sí, pero también de una reflexión política y social. Porque este mapa de esparcimiento pone sobre la mesa los retos que persisten: la necesidad de fortalecer la infraestructura turística, de invertir en espacios públicos y, sobre todo, de reconocer que la verdadera riqueza de Tamaulipas está en su gente y en el tejido comunitario que, año con año, demuestra que la convivencia y la paz aún son posibles.
La política también se construye en días de descanso.
NEOLAREDENSES LOGRAN MAS DINERO PARA OBRAS
La política local de Nuevo Laredo está dando una lección clara: cuando la ciudadanía participa y exige, los resultados son palpables. La reciente aprobación de 27 obras prioritarias, financiadas con recursos municipales bien administrados, es un claro ejemplo de cómo la colaboración entre sociedad y gobierno puede rendir frutos visibles.
Durante la más reciente sesión de Cabildo, la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas reconoció que el aumento en la recaudación de impuestos se debió a la decidida participación de los neolaredenses.
En total, más de 138 millones de pesos serán invertidos en rehabilitación de espacios públicos, pavimentación de calles en colonias históricamente olvidadas, remodelaciones de centros deportivos y mejoras en planteles educativos. Obras que, una vez ejecutadas correctamente, impactarán de manera directa en la calidad de vida de miles de ciudadanos.
La rehabilitación del Centro Acuático Villas para convertirlo en un centro de gimnasia, la restauración del edificio de la Antigua Aduana o la modernización del área deportiva La Pileta son proyectos que, además de rescatar espacios públicos, también apuestan por devolverle identidad y dinamismo a la ciudad.
Cada proyecto es reflejo de una administración que entiende la importancia de invertir donde más se necesita, priorizando el bienestar colectivo y garantizando que cada peso del erario público se traduzca en progreso para la ciudad.
No hay meta que quede fuera de alcance. Nuevo Laredo se transforma y se transforma con paso firme… ¿Qué no?, NOS LEEMOS.
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