viernes 20 de septiembre de 2024, Ciudad Victoria, Tamaulipas

La Talacha

Por Crónica Digital MX
julio 1, 2019

Hace un año, 30 millones de mexicanos cansados y hartos de los gobiernos corruptos, salieron a las urnas a votar por un «cambio verdadero» y por una esperanza mejor.

Creyeron en un hombre que supo capitalizar el enojo social a través de un discurso opositor que todos compraron porque creyeron en un México nuevo.

Hoy, un año después, muchos miles que se decidieron por el cambio, se han ido desencantando, y aunque es aun muy poco tiempo para ver los resultados que se ofrecieron en campaña, existe la percepción de que todo sigue igual, o peor.

El gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador, tiene desde antes que llegara al poder, enemigos y adversarios ideológicos gratuitos como los que promovieron este domingo en todos el país las marcha y protestas, exigiendo la renuncia del presidente y acusándolo de traidor; pero hay otros que votaron por y que no aprueban estas protestas, pero si cuestionan la forma como el mandatario está operando y gobernando el país.

Quienes analizan sin apasionamientos al nuevo régimen, ven cosas buenas, pero también afirman sin sonrojarse que hay cosas malas que merman y dañan la imagen y credibilidad del gobierno morenista.

Coinciden en el principio de que para construir o reconstruir, primero hay que destruir todo, y eso es lo que está haciendo López Obrador: está desmantelando, derrumbando al viejo sistema corrupto y podrido que llevó al país al abismo; es un proceso doloroso, porque en el afán de cambiar, se está llevando entre los pies algunas cosas buenas que se podían rescatar; pero aquí el plan es tirar todo a la basura para poder sentar las bases de una nueva sociedad; esa es la justificación y explicación de la 4T.

Algunos le dan la razón, pero estos mismos, creen que este gobierno no está utilizando los métodos adecuados para reconstruir al nuevo sistema. Lo más críticos, aseguran que sí quieren cambiar y reinventar, pero no lo están haciendo de la forma correcta, y esto ha llevado a que empiecen las manifestaciones de decepción; aseguran también que al presidente le ha falta humildad y sensibilidad para gobernar.

Tiene el diagnóstico real de como está el país, pero no sabe los «cómos» para reinventarlo.

Hace un año 30 millones de votaron por él, y las encuestas aseguran que en seis meses de gobierno, 5 millones están decepcionados y otros 5 millones más, siguen creyendo en AMLO, pero no acaban de entenderlo; los otros 20 millones restantes todavía le dan el beneficio de la duda y creen que fue tanto el cochinero que le dejaron que tardará mínimo tres años para que haya indicios de cambio.

En lo que coinciden todos, a la vuelta de un año de la victoria y de seis meses de gobierno, es que el presidente López Obrador está solo operando el gobierno y eso es malo, porque ni con todos los poderes del mundo podría salvar a un país que está en estado de coma por tantos problemas que arrastra desde hace años.

Ricardo Monreal lo dijo: el presidente no tiene quien lo acompañe; y Porfirio Muñoz Ledo que se ha convertido en una voz autocrítica, admite que el país que recibió AMLO, es un desastre que llevara años restaurarlo.

A un año del triunfo histórico de López Obrador, no se puede juzgar a rajatabla, aun cuando públicamente se han cometido errores delicados, pero también se necesite una dósis de humildad y de autocrítica para admitir que los números y los indicadores son aun negativos.

El tiempo es el mejor juez para juzgar. Si falla y decepciona como afirman muchos, existe la fuerza y el voto de castigo para bajarle los humos al más poderoso. En el calendario electoral está el 2021, y será entonces el momento para ajustar cuentas.

Esta comprobado que nadie, por más poder que tenga, no resiste la embestida de los votos. Al tiempo.