A pesar de que siempre está latente la posibilidad de darse una elección “arreglada”, los siguientes comicios serán la verdadera prueba de fuego para Morena, pues se dice que los panistas en esta ocasión no se van a dejar intimidar, amenazar u obligar ya sea a no operar, o a dejar el camino libre a la autodenominada 4T.

Casi todos los morenos salvo honrosas excepciones que ganaron tanto en esta elección, como en la del 2018 y la del 2019, deben estar conscientes que si la contienda hubiera sido en realidad libre, sin presiones de ningún tipo para el gobernador, simplemente no habrían podido ganar.

Así que los festejos desbordados que se dieron fueron exagerados, y tal vez pudieron haber sido por la sorpresa que tuvieron y no creían que habían ganado.

Para el 2022 Morena requiere de un candidato con capacidad, trayectoria, carisma, reconocido a nivel estatal y sobre todo un verdadero político, no como los que abundan en el partido de AMLO.

Y aún más, si Morena quiere ganar debe hacerlo en las urnas, no con presiones de las instancias federales de gobierno, y mucho menos con la ayuda de ya sabes quién.

Los panistas aseguran que en el 2022 no aceptarán la negociación ni la pérdida de las elecciones en la mesa, así que se vislumbra una labor titánica de Morena si es que de verdad quiere salir con el triunfo y obtener la gubernatura de Tamaulipas.

Aspirantes hay muchos, pero son escasos los que en realidad cuentan con un buen cartel, con trayectoria y con tablas suficientes para ir por la hazaña. Afortunadamente para ese partido, sólo será un candidato.

Como siempre la mejor opinión es la de usted, amable lector. Hasta la próxima.