Triste final es el que está teniendo la polémica, cuestionada y satanizada Guardia Nacional Qud el actual gobierno logró sacar con «calzador» en las dos Cámaras.

Desde el sexenio de Felipe Calderón y luego en el de Peña Nieto se luchó por legalizar constitucionalmente la presencia del ejército en las calles para combatir a los delincuencia organizada. La Ley de Seguridad Interior que aprobaron a chaleco los legisladores del sexenio pasado y que la Corte le dio para atrás por ser violatoria de los derechos humanos, fue revivida en el gobierno de la Cuarta Transformación con el nombre de Guardia Nacional, y que logró aprobarse en medio de fuertes cuestionamientos, hoy está desempeñando el penoso papel de detener la ola de migrantes centroamericanos que siguen entrando por cientos por la frontera sur del país.

Fue confeccionada para darle batalla a los narcos y terminó siendo, por «instrucciones de Donald Trump» en el Muro de contención de migrantes.

Esa no es su tarea ni tampoco su responsabilidad, según dice el dictamen que le dio validez a su figura, pero hoy 14 mil agentes forcejean a diario con los migrantes tratando de convencerlos de que regresen a sus países de origen. No pueden utilizar sus armas porque está prohibido y su tarea es meramente administrativa; es decir, detienen migrantes, los consignan ante la autoridad y ya. Esa es su chamba.

Mientras tanto las bandas del crimen, orondamente se pasean a sus anchas por todo el territorio nacional sin que policía alguna los moleste. Las ejecuciones continúan y también las extorsiones. La impunidad es más descarada y más descabellada. Los números de homicidios dolosos se han disparado por encima de los niveles de años anteriores, mientras el gobierno federal y también los estados maquillan resultados en medio de reclamos ciudadanos siguen sin ser escuchados.

Lo lamentable de todo es que en el tema de la inseguridad y la violencia, las cosas en el país no solo siguen igual, sino peor, pues la percepción y la realidad es terrible e insostenible; el desencanto y la desesperanza está volviendo a los hogares de los mexicanos que creyeron que todo iba a cambiar.

Culpar al pasado o a los gobiernos que se fueron de la tragedia, se vale, pero cuando no hay una idea clara, ni tampoco la intención de cambiar, entonces empieza a caer el veinte de que todo lo que se está viendo, es más de lo mismo.

La Guardia Nacional que era la gran esperanza para pacificar el país, hoy se ha convertido en la gran decepción. En el noreste del país, en los Estados de Coahuila, Nuevo Leon y Tamaulipas, los índices de violencia, los enfrentamientos se han recrudecido porque la estrategia y los planes anunciados en las reuniones de seguridad, han fracasado, y más aun cuando la Guardia Nacional fue desviada para hacer otras tareas.