Que si Anaya la ganó, que si AMLO está bien o mal, que si Meade es el elegido o que si Margarita llega antes que el “Bronco” … especulaciones que leemos todos los días y que, la verdad, ya como que chocan, porque no encontramos la seriedad a tales trabajos que, a manera de encuestas se perfilan como una mala publicidad.

Es curioso, en una, el candidato “A” lleva una ventaja de 30 puntos al candidato “C”, quien, a su vez, está a 17 puntos del “B”, y así, todos los días encontramos que los contendientes, los candidatos llevan una férrea lucha por llegar a ganar la Presidencia de la República. Para nosotros, falso de todas falsedades.

Clamor popular es el hecho de que todos decimos que las encuestas las gana quien paga, y así ha sucedido, y para muestra, muchos botones en los que un candidato iba al frente y de repente se caía hasta por diez o veinte puntos porcentuales, sin que hubiera una explicación lógica.

¿O todos somos bipolares?

El columnista considera que los llamados a las elecciones, aunque para la ley son precandidatos, son producto de una treta legaloide que los ubica como candidatos “únicos” y les permite violar la Ley Electoral correspondiente, haciendo proselitismo abiertamente, con un “apartado”: que pongan con letras chiquitas “Propaganda dirigida a los militantes de tal partido”, y listo, se violó la ley en forma legal. Es por ello que la ciudadanía los considera candidatos.

Pero volviendo con las encuestas, hemos visto la mañana de ayer una en la que se ubica a dos candidatos a tres veces más distancia que los otros dos, y de plano, al “Bronco” ni lo hacen en el mundo electoral real.

Insistimos en que las encuestas han perdido mucha credibilidad, porque nos han obligado a ello: es entonces que un candidato –ponga el nombre que guste- hoy tiene 24, mañana 75, la semana próxima 23 y al final queda en el proceso con un 17 por ciento. Suele suceder, y en ello no hay truco, solo que la única encuesta considerada como válida en el proceso electoral es la que se registra, con boletas y credenciales, listas de electores y todo lo que implica el proceso, y donde dice matemáticamente quién gana la votación, sin trucos ni mañas.

Ese es el número que vale: recordemos lo sucedido en Tamaulipas, donde la sorpresa del año pasado aún no permite que muchos miembros de la política se repongan.

En ese sentido, muchos de los que gustamos de revisar noticias y todo tipo de información nos estamos empalagando, contaminando de muchos datos poco creíbles que fortalecen el dicho por Augusto Velázquez Elejalde: “En el mundo se enseña a flotar más para nada se enseña a profundizar, porque desde allí sale con más fuerza en el proceso de aprendizaje. ¿A quién le interesa que se flote y no se profundice? Pues a la ignorancia, ignorancia que ignora que es ignorante pero que presume que todo lo sabe. La ignorancia es la que ha inspirado todas las doctrinas económicas, religiosas, políticas, militares, filosóficas, metafísicas, de nueva era, esotéricas, etc, etc, pues son su mejor herramienta para someter y esclavizar ¿Será que así actúa la inteligencia y la sabiduría? Seguro que no, aunque se debe aceptar que la ignorancia se defenderá diciendo que es inteligente engañar y que es sabio engañar. La humanidad puede desaparecer la ignorancia que la somete, pero debe decidirse y realizar el proceso de transformación que la saque de ese pozo profundo de la estupidez”.

Esta muy interesante opinión es producto de una serie de comentarios sobre lo que algunos grupos de poder quieren hacernos creer sobre las encuestas, en definitiva.

Lo que sigue, sin lugar a dudas, es el hecho de considerar nuestros puntos de vista y congruencia con quien entendamos, puede sacar a México de esta enorme y gran crisis que vivimos y que abarca aspectos de seguridad, empleo, economía, y muchos más.

Necesario es leer, entender, informarse en fuentes confiables, no en un “post” que tiene diez mil “likes”, porque ello no significa que ese número de personas esté de acuerdo.

No nos dejemos engañar más, ya es hora de despertar.

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