La mayor fortaleza del gobernador Américo Villarreal Anaya ha sido su capacidad de transformar visión en acción y discurso en resultados.
En menos de tres años, cambió el rostro de un estado sin rumbo en un polo estratégico para el desarrollo del país.
Su constancia para promover las vocaciones económicas de Tamaulipas lo ha llevado a foros nacionales e internacionales con gran impacto.
Desde el inicio de su administración, ha construido un proyecto sólido que hoy coloca al estado en la agenda nacional.
Américo entendió que Tamaulipas debía capitalizar sus ventajas: 18 cruces internacionales, dos puertos de altura y enorme potencial energético.
Con estas fortalezas ha impulsado proyectos estratégicos con respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum.
Entre los avances más relevantes destacan la segunda línea del acueducto de Victoria, que garantizará agua por medio siglo.
También sobresale la tecnificación de los distritos de riego del norte, que aumentará la productividad agrícola y fortalecerá el campo tamaulipeco.
A ello se suma el tramo ferroviario Saltillo-Nuevo Laredo, que conectará el centro industrial del país con el norte y Estados Unidos.
El Puerto Seco en Ciudad Victoria será un nodo logístico clave para el comercio nacional e internacional en los próximos años.
Asimismo, la carretera El Mante-Ocampo-Tula, próxima a concluirse, mejorará la conectividad con el puerto de Altamira y el Golfo.
Estos proyectos, explicó el gobernador, forman parte de un plan integral que impulsa seguridad, competitividad y crecimiento económico sostenido.
Ese dinamismo ya se refleja: el INEGI ubicó a Tamaulipas con el tercer mayor crecimiento industrial del país en el último año.
Además, la Secretaría de Economía confirmó 151 inversiones por 20 mil millones de dólares, que generarán más de 19 mil empleos.
Con resultados tangibles, Américo Villarreal ha demostrado que la planeación estratégica y el trabajo constante cambian el destino de un estado.
Tamaulipas dejó de ser un territorio olvidado para convertirse en protagonista del crecimiento, la innovación y el progreso nacional.
Lo que hace apenas tres años parecía un reto titánico, hoy es una historia de transformación con rumbo y futuro.
Una de las banderas en Tamaulipas es el fortalecimiento de sus instituciones, la construcción de otras, con un sello moderno y robustas.
Hacerlo, no es llegar a un escenario terso y dócil. Siempre se batalla, y vaya que este gobierno a tirado barreras, buscando soluciones y no problemas.
Sin embargo, hay personajes que llegan a una institución no para fortalecerla, sino para desangrarla lentamente desde sus entrañas más profundas.
Ese es el caso del ‘doctor’ Jorge Alejandro Lumbreras Castro, actual rector de la Universidad de Seguridad y Justicia, quien la mantiene en un coma institucional.
En lugar de liderar con visión y estrategia, ha optado por dividir, humillar y degradar a la comunidad universitaria completa.
Su estilo autoritario se refleja en órdenes humillantes y clasistas, calificando al personal como “peones” y alentando el desprecio.
A su alrededor, está colocando a colaboradores provenientes de la Ciudad de México, cuya tarea principal es ejercer “mano dura” sin empatía.
Estas actitudes han deteriorado el ambiente laboral y académico, erosionando la confianza y afectando el funcionamiento de la universidad.
A esta actitud se suma su ingratitud hacia el gobierno de Tamaulipas, que le abrió las puertas a este encargo público.
En un arranque de soberbia, arremetió contra el gobernador Américo Villarreal Anaya por retrasos en el pago de su salario.
Aseguró que era indigno de su “linaje potosino” esperar tres meses, demostrando desprecio por la institución que lo cobija.
Como amigo de buenos y muchos potosinos es decepcionante ver y conocer las formas de trato de Lumbreras.
Olvida que no encabeza un proyecto personal, sino una universidad pública financiada con los impuestos de los tamaulipecos.
Su prioridad parece no ser el fortalecimiento académico, sino alcanzar la jubilación cómodamente desde este puesto administrativo.
Esta ambición explica su falta de resultados, la ausencia de proyectos innovadores y el estancamiento que hoy enfrenta la universidad.
Más grave aún es su discurso hipócrita en torno al acoso laboral y sexual, que él mismo podría estar vulnerando.
Aunque ha hecho de esa causa una bandera institucional, no sorprendería que surgieran denuncias que revelen un doble discurso.
Varias voces dentro de la universidad aseguran que existen quejas y testimonios que cuestionan su conducta y comportamiento personal.
La Universidad de Seguridad y Justicia necesita liderazgo ético, visión académica y compromiso con la legalidad, no autoritarismo disfrazado de autoridad.
Tamaulipas merece una institución sólida y respetada, no una universidad paralizada por el ego y la arrogancia de su rector.
Si el gobernador Américo Villarreal aspira a convertirla en un referente nacional, debe revisar con rigor la gestión de Lumbreras Castro.
El futuro de la seguridad y la justicia no puede quedar en manos de quien confunde el poder con el desprecio.
Hoy se necesitan funcionarios con talento, con mucha creatividad, que tumben barreras y no contemplen las adversidades como parte de la agenda.