ESTADOS UNIDOS.
El Monterrey se resistió a la idea de convertirse en un saco de arena del Inter de Milán, finalista en la pasada Liga de Campeones. La importancia de jugar un Mundial de Clubes en el centenario Rose Bowl, adonde miles de aficionados regiomontanos llegaron en caravana por las principales vialidades de Pasadena, California, inspiró a los Rayados a competir a un nivel europeo con el español Sergio Ramos como bandera.
A punto de cumplir 39 años, el legendario ex zaguero del Real Madrid esperó la oportunidad adecuada para competir, celebrar un gol y mantener el empate 1-1 en un partido de dimensiones altísimas.
Ramos no quería faltar a la cita de un torneo internacional.
Las lesiones y el año que pasó sin jugar provocaron algunas dudas que se disiparon enseguida. Su nivel atlético es sorprendente. No sólo compitió a la altura de los mejores jóvenes del club, como Víctor Guzmán y Gerardo Arteaga, sino incluso por encima de las estrellas del Inter.
Si los primeros meses en México del campeón del mundo no resultaron como quería, el de ayer fue un encuentro que corrigió cualquier fallo. Por encima de dos torres gemelas en el área grande -Francesco Acerbi y Benjamin Pavard-, un cabezazo del capitán rayado hizo soñar a una multitud en las gradas con el 1-o (25).